El amor es una de esas cosas, -o sentimientos, en este caso- que carece de toda lógica. Y si pudiéramos darle una explicación con base en la lógica o la ciencia o algo riguroso, perdería su esencia, su misticismo, su encanto.
Podemos discutir acaloradamente las razones por las que no queremos o no podemos amar apelando a la razón, a la mente. En contraste, podemos -entregándonos a la emoción- pasar la noche entera enumerando las razones por las cuales amamos y más y más razones surgirían con cada día que pase.
El amor es una de esas situaciones para las que nunca estás completamente listo ni eres completamente experto. Porque cada vez que amas, es completamente diferente, completamente nuevo. Las experiencias del pasado pueden no ser de tanta utilidad en el presente.
El amor, al menos para mí-, no es ciego, ni sordo, ni mudo. Amar se hace con los ojos abiertos, con plena consciencia, con un lenguaje propio entre los amantes, es un intercambio de ideas, palabras, miradas, gestos y tantas cosas más.
El amor es un sentimiento puro. No puede basarse en los temores, dudas, sombras y recuerdos del pasado porque entonces sería una necesidad.
El amor es libre. No se puede amar a alguien para poseerlo, para cortarle sus alas; no se puede amar a alguien basados en el temor de perderlo.
El amor se vive en tiempo presente. Si seguimos aferrados al pasado, nos negamos la oportunidad de abrirle la puerta a una nueva oportunidad, a una nueva persona. Si nos ilusionamos con una relación que sólo existe en nuestros deseos, en nuestra concepción del futuro, igualmente no veremos ni disfrutaremos lo que tenemos actualmente. Amar es un acto que se construye día con día, que se disfruta en el momento.
Amar es un acto que no puede controlarse. ¿Qué sentido tiene controlar todo lo que nos rodea? ¿Dónde queda espacio para lo inesperado, lo sorprendente, la esperanza, la fe?
En el amor todos somos alumnos y maestros. No hay un guión escrito ni un manual que nos diga cómo actuar.
El amor es darse una oportunidad; hay una frase que me gusta mucho, es "dar un salto de fe hacia lo desconocido y aterrizar con los pies".
El amor se siente, se comparte, se disfruta, se goza, se vive; o simplemente no se siente. No se puede forzar el sentimiento.
Epílogo:
Lamento tanto que en el momento preciso las palabras no fluyan tanto como en este momento.
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